miércoles, 13 de agosto de 2014

Des-enojarte

Pedirte que no te enojes no tendría sentido. En la vorágine cotidiana en la que solemos vivir es algo prácticamente inevitable. Pero lo que si puedes es des-enojarte lo más rápido posible. Esa reacción instintiva, muchas veces automática, puede ser reconocida y detenida a tiempo. Es que si el enojo sirviese de algo, ¡adelante con él! Pero no… no sólo que no sirve de nada, peor aún, es contraproducente. Para ti, para quienes te rodean y para aquello con lo cual te enojas. Estar enojado dispara un conjunto de reacciones en tu organismo que nada bueno producen. Estando enojado no puedes pensar con claridad, haciendo más difícil aún la resolución de eso que te había fastidiado. Aquél con quien te enojas sufre también las consecuencias. Ya sea que tengas razón o no –y muchas veces no la tendrás- harás que se sienta humillado, dañando su auto estima y haciendo más difícil que pueda comprender y modificar, si correspondiese, el comportamiento que te había molestado. Por el contrario, una actitud paciente y pacífica, amorosa y comprensiva obrará milagros, no sólo en quienes te rodean, también en ti mismo. La próxima vez que te escuches reaccionando con enojo, recuerda transformarlo en paciencia y comprensión lo antes que puedas. Date cuenta de que no sirve, de que no tiene sentido. Cambia gritos por una disculpa. Si te animas, agrega también un abrazo y ante la sorpresa de tu interlocutor, sonríe disfrutando de tu cambio. ¡Estarás creciendo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario